La Academia |
El ministro de José
Ignacio Wert pone en marcha la ley orgánica para la mejora de la calidad
educativa (LOMCE), en la cual el ministerio de educación del PP se “deshace” de
algunas asignaturas como la de Filosofía y Ciencias del Mundo Contemporáneo
subestimando así la utilidad evidente de estas materias para la formación
educativa.
Como estudiante he de
decir que el panorama que la ley educativa actual presenta no es muy bueno que
digamos, pero este que presenta Wert y su ministerio es mucho peor. Pues la
LOMCE propone que Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato sea una
asignatura optativa y no obligatoria. Esto y borrarla del currículo educativo
es lo mismo, ya que la lista de asignaturas optativas que han caído en el
olvido académico es ya bastante extensa. Todos estos sucesos de erróneas
decisiones van encaminados a aumentar las horas de Matemáticas y Lengua
Castellana y Literatura para mejorar los resultados españoles en la PISA
(Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes). Pues que el señor
Wert me perdone pero, las horas no son un problema ni mucho menos un argumento
para cometer este error, ya en Finlandia por ejemplo, se dan apenas 3 horas de
matemáticas y sus resultados en PISA son mucho mejores que los nuestros.
La filosofía nos
permite desarrollar nuestra racionalidad, adquirir nuevos conocimientos,
enjuiciar con nuestros propios argumentos la aplicación o no de la ciencia y
las leyes, nos aleja de la idiotez y la ignorancia y desde mi punto de vista lo
más importante es que la filosofía ayuda al ser humano a darse cuenta del gran
tesoro que tiene, su mente.
Confeccionar un
currículo educativo hoy día no es tarea fácil, el matemático dice que las
matemáticas son importantes y el músico que la música es importante. La
solución a esto no es deshacerse de una de ellas ya que creo ambos dicen lo
correcto y hacen bien en defender sus materias. Pues ante este debate que
docentes de España se platean lo que hace nuestre ministerio de educación es
clasificar asignaturas en “distrayentes” o “no distrayentes”, cuando lo único
que distrae verdaderamente son ellos y sus inútiles reformas.
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